Algunas veces no se si desear me hace bien
pues deseo y deseo, y algunas veces consigo o no alguna de estas cosas.
Cuando no las consigo, mejor será rememorar lo que tuve y cómo me hizo bien.
Intento quitarme del deseo,
quiero arrancarlo como se puede hacer con una hoja de un cuaderno,
como cuando dibujas y no te gusta lo que representa,
porque sabes que esa no es la imagen que tienes en tu mente y en tu corazón en ese momento en el que vives.
Lo arrancas, e intentas volver a dibujar tu imagen deseada, y quizás menos adecuada.
Pero te das cuenta de que entre esa imagen perfecta y tú hay un océano de por medio.
Y que, sin remedio, colorea de azul el significante con múltiple significado
de la imagen que ni tú quieres entender porque tú eres el cuaderno.
Y son los acontecimientos, la suerte y la vida, los que quieren desprenderse de ahí,
sin saber que nadie ni nada, por mucho que terminen con forma de bola de papel,
pueden hacer que te desprendas de tu historia deseada, de tu imagen más que perfecta, colorida, y la única que precisa de luz porque son mis ojos, mi piel y mis sentidos, los que iluminan la historia.
Mi historia.
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