jueves, 8 de octubre de 2009

miradas perdidas


En el ambulatorio:
Entro y noto un aire super pesado y con olor a humanidad.
Tras dar algunas vueltas en busca de mi consulta y médico asignados, giro a la izquierda y pienso 'hostia, qué montón de gente, y ¡qué mal huele!". Y me acerco al cartel próximo para ver si era la consulta número 11. Bingo. Después de barajar las opciones de donde sentarme, me inclino por hacerlo al lado de una muchacha avispada(la otra opción no me convencía, tenía demasiada 'grasa' en el pelo).
El próximo paso era abrir la ventana.
Gente mayor victimizándose (pensaba que ser mártir no te hacía vivir mejor). Uno quiere que le suelten la barriga (uf, temo a que se mueva, ¡por dios!con esa barriga llevará intentando hacer de vientre mucho tiempo...) . La mujer del carrito de la compra se arranca a hablar y algunos asienten, otros, la miran con coraje porque ha disturbado el ambiente enfermo. Y otros cuantos empatizan por un momento con él dirigiendo la mirada a ningún sitio, pero terminarán de hacerlo en cuanto el pomo de la puerta de la médico se gire (incluso aquellos que llevan desde primera hora esperando a entrar sin ninguna prisa, pues no tienen cita y les divierte hacer como que la tienen y colarse).
Los ojos como platos, los oídos dispuestos a escuchar su nombre. Es como una batalla donde ganará el que sea nombrado (¡jajaja! es que me meo,vamos). Se levanta la mujer mayor bajándose la faja al mismo tiempo que anda, y todos la miran como con envidia. Es la ganadora, la que entra a la consulta de la médico que disfruta con su trabajo, la que entra después de 45 minutos de retraso.

Hay que asumirlo, y seguir mirando el reloj para que pase el tiempo más despacio, seguir mirando hacia ningún sitio concreto, y seguir mirando los mensajes del móvil, que, con suerte, te llamarán cuando estés realmente entretenido.


¡Qué despiporre!

1 comentario:

Jipicayei dijo...

Je je , esto me recuerda a un situación graciosa que no sé dónde la habré escuchado... en la que se relataba que en la sala de espera de una consulta del médico estaban siempre los mismos abuelos, todos los días los mismos abuelos, así un día y otro y otro, hasta que un día uno de ellos no se presenta a la sala de espera y uno de ellos le pregunta a los demás y Pepe qué le pasa que hoy no ha venido y otro responde...es que está malo.
Y ya está...qué malo eh...