Vamos a jugar a que me miras y sabes qué estupidez tengo en la cabeza.
A que cuando viajamos, no tienes preguntarme en qué pienso cuando miro a la nada,
o que cuando me río sola automáticamente te ríes conmigo.
También podemos jugar a mirarnos de refilón y no tener que decir cuando me ves recién levantada que si me pasa algo.
¿Y si jugamos a darte un abrazo con el que abarcase tus problemas y los míos y los hiciéramos desaparecer nada más con la intención de dárnoslo?
Tampoco debemos de abrir la boca cuando no tengo ganas de explicar que me pasa, porque tú como nadie sabes que a todo le saco el lado positivo y que mis cabreos son fugaces.
Me encantaría que supieras mis reglas cuando sé que algo hay que hacerlo como quiero y te digo. Como esa de que odio tener que decir NO más de una vez si lo digo firme.
Me haría bien que supieras que no te llamo porque no quiera, si no porque no puedo. Sin voz intuirás que te protejo y que me protejo, solo con hechos.
Que fueras capaz de hacerme sentir bien con solo dedicarme una mirada cómplice.
Enmudeceríamos lo evidente y haríamos que cuando nos escucháramos provoquemos que la piel no se nos ponga de gallina, pero es que, por si no lo sabes, sienta mejor cuando tu corazón se dilata de alegría al escuchar una mínima palabra, y no un discurso vacío.
Tengo el tiempo del mundo para no tener que abrir los ojos contigo, desconocido. |
1 comentario:
si que tienes un don .. y una voz que no tiene que callar :P .. te adoroo
Publicar un comentario