Un viaje que no cambio por nada.
Nunca me he gastado tanto dinero y he disfrutado tantísimo.
Lo primero es que llevaba una compañía de lujo, con la que más no me he podido reir; riéndonos por tonterías, disfrutando de cada una, de la gente que conocimos,de la comida exquisita, del servicio, de las noches en las que siempre había algo especial que recordar, que te recogieran las miguitas antes de que cayeran al suelo, que todo fuera felicidad, que por un momento nos sintiéramos envidiadas por hacernos llamar 'la rubia,la morena,y la pelirroja' sin darnos cuenta y tener un frente cordobés, de aprender alemán con la bomba(sin esfuerzo alguno)...y encima,cuando más adaptadas estábamos...se acaba!de verdad que no hay nadie que se haya bajado del barco sin decir que tenía ganas de llorar.
Ahora, a saber cuando vemos a los nuevos amigos. Pero bueno,en cierta manera,están.
Realmente ha merecido la pena apretarse el cinturón, y cuesta volver pero...lo bueno dura poquito. También hay cosas y personas 'aprovechables' en casa,y no hay nada como volver a ver una sonrisa verdadera en las personas esperadas. Y son ellas,quien ponen fin y dejan tan buen sabor de boca a todo.
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